CUENTO DE NAVIDAD
En el mundo hay muchos pueblos pero para mí el mejor es Mi Pueblo, y la mejor Navidad mi Navidad.
En él hay muchos niños, los hay altos, bajitos, simpáticos y raros, esos que siempre están pensando para adentro, son niños tristes, siempre juegan solos, pero solo con sus ojos nos dicen que dentro de ellos no hay risa.
En mi colegio hay uno de estos, no sabe reír, siempre su cara está nublada, siempre sus dedos están entrelazados, no tiene ni una cuerdecita para enrollarla en torno a su mano.
Sus ideas parecen de humo, y sus ojillos no miran a los demás niños del colegio, solo miran al frente como si sus pensamientos estuvieran más allá del frente de las cosas, parecen mirar a una nube que no existe, por eso están tan tristes.
Es como una tortuga, metida en su caparazón, pero sin ojos, solo ve el mundo por la sombra de las cosas, y no se atreve a salir del caparazón, por si lo del exterior le pudiera hacer daño, tampoco tiene amigos, pues su almita no tiene ventanas para ver ni puertas para salir.
Hay muchos niños en el colegio, hay otro, mi amigo, que es como un colibrí, siempre alegre, tiene una alegría brillante que le transparenta entero el cuerpo, su objetivo es inimaginable, no sabe ni le interesa lo que va a hacer luego, solo el resplandor de su inmediato sueño, su vida esta llena de flores maravillosas, que le duran hasta que ve una cinta roja colgada de una rama que le llama la atención, entonces esa es su ilusión,
Pero es feliz, ríe y su risa inunda las pequeñas almas que como mariposas le rodean, es como una luz en el bosque, rodeada de polillas deseosas de atrapar su brillo, es amigo de todos, pero no de uno solo, canta pero su canto solo dura mientras se oye, no queda prendido, pero alegra el mundo.
Me gusta mi pueblo, tiene unas pocas calles, casi todas empinadas mirando a la montaña, casi todas estrechas, pero son bonitas, en ellas viven mis amigos, y mis padres, es lo que me gusta, en verano hace calor, y en invierno la nieve embellece los campos, y la gente va deprisa, el helor hace que mis pisadas sean pequeñitas para que no pierdan el calor de la sangre que los recorre, en el pueblo ocurre lo que en bosque en el que los pajarillos se esconden en sus nidos, en el pueblo los niños se refugian en el calorcito que dan las cocinas de leña y paja, también el invierno es dulce.
También hay un niño, que solo tiene un amigo, es grande, brusco, tiene mucha fuerza, su risa también es fuerte y grande, es inocente y sus pensamientos son como él, grandes, pero su fondo es elemental, su cerebro es como una gran calabaza, y sus ideas son como las semillas, pocas y pequeñas, su único amigo es todo lo contrario de él, y él lo domina, es pequeño, débil y siempre se cobija a la sombra del grandullón, es su sombra aduladora, y así vive, protegido y manipulado, es como corcho, flota sobre la vida, pero no se moja.
El resto de los críos son normales, infantiles, viven en grupos más o menos grandes, actúan según sus propios patrones, ríen, se pelean, lloran, pero sus emociones son pequeñas y cambiantes, al minuto de un llanto, sale su sol y les ilumina y ríen, son pequeños seres crueles que avergüenzan al tímido, se ríen con el gracioso y hacen daño al distinto, pero sin mala intención, hacen daño como el viento que azota una rama y la inclina, solo la rompe con el vendaval, un viento fuerte que no se da en el niño, solo cuando crece y se hace adulto, entonces rompe.
Pero en Navidad todos son felices, todos tienen la ilusión de que el mundo se hizo para ellos y llevan razón, el mundo es de ellos y para ellos, porque son el más maravilloso futuro, que dejamos en la tierra.
Quizá el brillo de sus ojos rescate a la humanidad de sus errores
entrada de Feden | 20:25
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