MIS LECTURAS

Mi casa tiene un solo árbol, pero da una sombra fresca y amable en las tardes calientes y densas del verano de Murcia, es una casita baja de una sola planta, con dos sillones de paja y almohadas en el jardín, las suficientes para que mis cansados huesos descansen.

Cuando ya va cayendo el sol, sentarse a la sombra es un placer, unas veces contemplando el sol rojizo, otras simplemente meditando en las cosas que se nos ocurren a los que ya hemos pasado ampliamente la madurez.

Pero lo mejor de mi casa, es que tiene mis libros, esos viejos amigos que me han acompañado a lo largo de los largos años de mi vida, llenando mis horas con la magnitud de sus hojas, y la placidez de dejar a mi mente que recorriera los caminos inacabablemente intensos de sus contenidos.

Desde muy pequeño empecé a leer, mi padre era un gran lector, todo lo que le caía en las manos lo devoraba con el ansia de conocimientos de quien ha tenido que dedicar su vida más a trabajar que a cultivar su inagotable imaginación, empecé a leer cuando los libros de texto me obligaban a dedicarles mi mejor tiempo.

Pero por las noches cuando estudiaba los aburridos libros de Historia, tenía siempre a mano un libro de los que no tenían examen, como mi economía era muy limitada, compraba libros de segunda o tercera mano en las librerías de lance, creo que se llamaban, y como la mayoría estaban sucios y mal conservados, arreglaba sus hojas defectuosos y los forraba con papel de periódicos.

Más adelante, aumentaron mis posibilidades y seguí comprando maravillas de libros, los tengo casi todos, menos los que he prestado y no me han devuelto, esto es como robar, quizá, no sea pecado, como lo es robar, pero para mi no devolver un libro es como quitarlo sin intención, de todas formas no se lo perdono a los que no he localizado, y recuperar un libro perdido, es como recuperar a un amigo, cuando ya desesperabas de conseguirlo, no me gusta, mejor, soporto mal perder un amigo, aunque algunos los he perdido, como los libros, sin desearlo.

Hoy al cabo de muchos años de conseguir libros, sé casi de memoria los títulos de todos ellos, al menos, me suena si me preguntan mis hijos por uno, y sé si lo tengo, mis libros son mi mejor agradecimiento a mi padre que me inició en la maravillosa manía de leer.

Hoy cojo un libro, aunque ya lo haya leído más veces y disfruto recordando la cantidad de cosas que me fue sugiriendo su anterior lectura, como es lógico, algunos me gustaron más que otros, pero de estos, solo acariciarlos ya me trae recuerdos olvidados, porque un libro se puede acariciar, aparte de su contenido, es como un ser vivo que lo acaricias y te agrada recordar circunstancias y hechos que encierra entre sus páginas.

Tengo que terminar este escrito, pues lo quiero publicar, y hablando de este tema no acabaría nunca, otro día será pues.