Mirada al Mundo

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Lugar: Leganés, Madrid, Spain

Informático jubilado, mayor, leer todo, escribir, gozar con el mundo, gozar con la vida, vivir

22 marzo 2014

ATERDECER NUEVO

                                                           ABIERTO



El hombre está abierto al universo, es una frasee que se me incrustó en el cerebro, y me persigue, ¿Es cierto?. Pero esto ¿Qué es?

El universo está abierto al hombre, el universo le brinda la inmensidad de sus secretos que él apenas comienza a discernir, su cerebro es potente pero mínimo, en comparación con el acervo de los conocimientos pendientes de asimilar.

Cuando echamos las redes de nuestra innata curiosidad, recogemos los frutos de nuestra cosecha en forma de intuiciones apenas discernibles, que solo sirven de base para nuestras investigaciones posteriores.

El hombre está abierto al universo porque su mente curiosa trata de navegar por los abismos mentales de sus misterios, son abismos mentales, porque solo con una mente abierta a las corrientes del universo, seriamos capaces de vislumbrar  los límites más próximos del conocimiento.

Hay hombres que tienen su mente especializada en descubrir las finas hebras de lo que al echar nuestras redes quedo prendido en su urdimbre, estos hombres de fina mentalidad son capaces de sacar conclusiones de estos hilos abstractos, y convertirlos en ideas que el resto de los hombres pueden incorporar a sus cerebros y desarrollar, hasta llegar a conclusiones que suponen un salto en los conocimientos adquiridos con el esfuerzo de unos pocos elegidos.

El universo, pleno de ideas de todas clases, es la fuente inagotable de la que todos los hombres sacan conocimientos, los unos, espejos brillantes en los que unos pocos privilegiados recogen las imágenes maravillosas de su arte, otros escuchan e interpretan las melodías diáfanas que rebotando en las corrientes estelares, son capaces de encender los rincones más recónditos de sus almas.

Otros, con capacidades  descriptivas iluminan nuestras almas con sus paisajes, que entretejen sus ideas mostrando las alfombras maravillosas, interpretadas por su pasión por los paisajes mostrados por enjambres de estrellas y cúmulos de mundos que girando entre las ráfagas de polvo cósmico inunden el espacio con su música irreal.

En definitiva se trata de un intercambio de conceptos entre el hombre y el universo que dan lugar a modificaciones mutuas que enriquecen y cambian constantemente los millones de factores que llevaron al universo a su estado actual.

El eterno cambio hace que el entorno hombre universo se entremezcle y dé lugar a la fuente de conocimientos que iluminan el sendero humano e interactúan con sus neuronas, desarrollando incontables mezclas de datos, ideas, imágenes y fantasmas, que a veces son útiles, pues reflejan en sus brillantes superficies los clamores intensos de las ideas geniales.

Cuando una idea es el espejo de otra que yace enterrada en el inmenso mar de nuestro cerebro, entonces este busca la correlación entre ellas y nace una idea que puede ser brillante o solo un duplicado imperfecto, de la otra.

Al fin de entre los billones de neuronas aparecen dos que están enlazadas por caminos enrevesados,  puede crear un sentimiento, que nos hace vacilar de nuestra cordura, pues es totalmente desconocido para nosotros y no parece posible que sea hijo de nuestras elucubraciones, por lo extraño y poco afín nuestro.

Tenemos que tener cuidado con nuestro cerebro pues nos puede jugar alguna mala pasada.

18 marzo 2014

FUERZA


                                           



                          

No guarda ninguna relación con la lectura, pero si con la edad, no la nuestra, sino, la edad, en general,  y no he podido resistir la tentación de escribir sobre esta insólita experiencia.


No es más hábil el pulpo por tener muchos brazos,  ni más santo el hombre por ser más bueno, solo es santo el que entrega su vida, sin morir.


Me vinieron a la cabeza recuerdos de un viaje a Benidorm, al leer un artículo de Rosa Montero, sobre un muchacho español, tetrapléjico que vivía solo en una aldea pequeña de Nepal, en una humilde casa, y que se estaba creando una nueva forma de vida.


A veces, un viaje de placer, por obra de un cierto tipo de personas, se torna en una experiencia única, y vemos que lo más desdichado en la vida es lo vulgar, no lo trágico, no la situación que se nos hace extrema e insólita, no el estado casi inmutable de unas personas, que al parecer han perdido todo lo que a los demás nos parece imprescindible.


Yo soy un privilegiado en la vida, es cierto, pero también me encuentro inmerso en un estilo de mundo en el que los que más corren, los más guapos, son los más listos, y eso me ataca.


Íbamos, en invierno, frecuentemente a un hotel de Benidorm,  de tres estrellas, lo de las estrellas no es por presumir, solo es por dar idea del ambiente donde se desarrolla la historia.


Allí estábamos muy a gusto, pues era casi toda la gente de nuestro estilo, mayores, cómodos, y  nos sentíamos relajados,  por las noches bajábamos  a la Discoteca del hotel, pasábamos un rato lo que nos apetecía , tomándonos una copa, ambiente agradable.


Un viaje, bajamos como de costumbre a la discoteca, y aquella noche y las siguientes todo fue distinto, había en las mesas y en la pista un grupo de gente joven muy especial, muy felices, con ganas de juerga, bailando y alborotando.


Solo, que al verlos, pensamos que nos habíamos equivocado de sitio,  todos parapléjicos, en uno u otro grado, todos jóvenes, atendidos por otros jóvenes físicamente bien, y mentalmente fabulosos.


En principio, aquello nos sorprendió, después nos asustó, pues estaban en la pista bailando con un entusiasmo, que incluso ponía en peligro nuestras piernas,  dado que todos iban en sillas de ruedas, y se movían a un ritmo frenético, al hilo de la música.


Aquel entusiasmo, alocado y sin prejuicios, natural, nos llevo a ver que aquella gente era muy especial, no solo por su estado, sino que por sus ganas de vivir, se merecían vivir, y lo hacían como si fueran atletas, con fuerza  y ambición.


Había una chica de unos veintitantos años, paralizada de las caderas para abajo, que en su silla de ruedas, moviéndose rápidamente, bailaba por entre la gente, girando, parándose y moviéndose al ritmo de la música,  y siguiendo el ritmo  con las manos y la cintura, además era guapa, simpática, y se reía y gritaba con un alegría increíble.


También un muchacho de unos treinta años, con un nivel de paralización tal que necesitaba permanentemente la asistencia de una muchacha, pues no solo no se tenía de pié, sino que apenas se mantenía sentado en la silla de ruedas, tenía las manos inútiles, y la cabeza se le caía, retorcida su cara en una máscara extraña.


La chica que le atendía, le daba de comer, con su cuchara, la de élla, y además le sacaba de la silla de ruedas, y le mantenía en vilo, arrastrándole por la pista, tratando de animarle, el hombre apenas hablaba palabras entrecortadas.


Al cabo de unos días, nos dimos cuenta, de que, el valor de aquellos muchachos sin esperanza, y la entrega sin condiciones de los chicos que los atendían, hacían, que el mundo fuese humanidad, y  que mientras existieran aquellos voluntarios, la vida sería algo que merecía ser vivida.


Fue una experiencia muy enriquecedora, aprendimos a ver a los que eran diferentes, como personas que tenían  el valor de vivir,  que solo unas personas excepcionales, podían seguir de pie, donde  el resto estarían con la cabeza hundida en el cieno de la desesperanza.


Vivimos en ciudades, amontonados, pero tan juntos, que no nos vemos, tan pegados que no nos podemos hablar, y tan separados nuestros espíritus, que no existimos más que en lo profundo de nuestros egoístas espantos.


Algún día, volveremos a separarnos, volveremos a vivir, volveremos a pensar que al lado nuestro hay un ser humano, que ríe, sufre, ama o llora, pero no en soledad.


En la soledad,  que piensa en sí mismo, pero a través de su hermano, sin que este vinculo tenga que ser  solo familiar, es su hermano, porque está vivo, porque sus vidas están entrelazadas por el amor.


Resulta más real un ser humano sin brazos ni piernas, pero con la utilidad de su alma, que un hombre aislado entre un millón de hombres.



NO ME GUSTAN LOS PULPOS CON MUCHOS BRAZOS, SIN ALMA NI LOS, NI LOS SANTOS VACIOS.



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