Mirada al Mundo

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Lugar: Leganés, Madrid, Spain

Informático jubilado, mayor, leer todo, escribir, gozar con el mundo, gozar con la vida, vivir

03 enero 2008

DROGAS, OROPEL, HACE SESENTA AÑOS









 
El tiempo, hace sesenta años, el lugar un pueblo cualquiera, estación el verano.

Aquí, nadie es pobre, nadie es rico, todos tienen trabajo, únicamente no lo ejercen, el tonto del pueblo, y el cura, el primero porque es listo y vago, pero no tonto, pone esa cara porque nació feo, y en vez de traumatizarse la utiliza para no doblar el espinazo, eso no le gusta.

El segundo, es el cura del pueblo, su apostolado, pues bueno, como todas las mujeres van a misa los domingos, y a la misma hora, no necesita afanarse demasiado, no le piden milagros, solo las misas por los que se han marchado de esta vida, los bautizos, y la partida que echan todos los días en la taberna del Tio Pio.

Diversiones, las de siempre, los jóvenes, por la noche la ronda a la novia, y en verano, la era, que por la mañana es trabajo duro, y por la noche el romántico desahogo sobre la parva aun no trillada del todo.

Los viejos, se lavan un poco, los que se lavan, los que no, se quitan la gorrilla, se estiran un poco el pelo, se la calan de nuevo, tensan un poco el cuerpo, para aliviar los riñones partidos por la jornada, y en el campo, los grillos aligeran la noche pesada, con sus romanzas.

En un rincón de la cocina, de suelo de yesones pisados, esta la lumbre baja, el hogar como ellos los llaman, donde cuece siempre el eterno puchero de barro, con el cocido por la mañana y las sopas por la noche, este es el lugar de reunión de la familia, al cual van llegando al acabar la faena, allí se habla de las cosas del día, de la cosecha, de las mulas, que ayudan con su esfuerzo callado las labores del campo; los niños escuchan los cuentos y las consejas de la abuela, siempre vestida de negro, el eterno luto de las familias numerosas.

En este lugar se desarrolla la vida lentamente, solo los acontecimientos del pueblo, ampliamente comentados por todos, no hay radio, y los periódicos llegan de tarde en tarde, los pequeños ejecutan las pequeñas habilidades que han aprendido en el colegio, de un solo maestro, pues no hay asignación para más, y los críos acaban pronto los estudios, tienen que ayudar en la casa, en cuanto se tienen de pie, no conocen el mundo y la ciudad para ellos es un lugar ignoto, en el cual viven unas personas increíbles, que de vez en cuando aparecen por el pueblo, y despiertan las inocentes envidias de la gente.

Pero esto ha cambiado totalmente han pasado los años, primero vino el cine, después la radio, la televisión, Internet, la gente cada vez quería más, cada vez estaba más informada, conocía más cosas, que antes no sabía, ahora la jornada era menos penosa, aunque todavía es dura, ahora ya saben como viven los pueblos lejanos, tienen cosas, tienen más cultura, tienen motos, coches, aunque no todos pero ahora conocen todo lo que hay en la oferta cultural, y sueñan con ello hasta que lo obtienen.

Algunos incluso van a estudiar a la universidad, sus horizontes se amplían hasta el infinito, su ambición por saber y tener aumenta, y su ilusión por lo que no obtienen también aumenta.

También aumenta su infelicidad, los niños ya no tienen la atención solicita de la madre, ahora ellas también trabajan, se encuentran más libres, y quizá así sea, pero todo tiene un precio, los maridos ya no son los patriarcas de la familia y lo notan, y los niños ya saben que ellos no vienen de París, antes les hacía ilusión los regalos de Reyes, ahora ambicionan el juguete que hace todo lo que ellos hacían antes, son jugadores pasivos.

Ya en la casa no se reúnen a contar cuentos y comunicarse, cada uno tiene su pequeño entorno, cada uno lee, si lee, cosas distintas y no se comentan las lecturas, ni se habla de las cosas comunes, todos tienen prisa en lanzarse a su vida.

Son más felices, ya lo tienen casi todo, pero las cosas pequeñas, las verdades entrañables las han cambiado por verdades engañosas, drogas, oropel, que sé yo...

Intentemos ser felices pero sin cambiar nuestros sueños por fantasmas de barro




REIR


 












 Reir es sano, puede comunicar.

Segun sea la sonrisa, temor, odio, alegria, satisfacción, orgullo sano o del otro; si es carcajada, exultación, odio, alegria desbordante, pasión.

Los animales no saben reír, sus pensamientos solo se expresan con manifestaciones, un animal no se ríe, para él solo existe el SI o el NO, ha comido, ha bebido, corre, o salta, nada, puede estar satisfecho, pero eso solo es físico, ve a su dueño, pero solo expresa amor, sus pensamientos son ideas sin título, su amor por una persona solo es la imagen en el espejo de lo que siente, pero no ríe.

Oímos la carcajada de una hiena, pero no es alegría solo es el equivalente al balido de una oveja, o el barritar de un elefante, solo nos dicen “estoy aquí”, estoy vivo y estoy cerca, puede ser una amenaza, un intento de hacer prevalecer su imagen a los otros, atemorizarlos, o ser la manifestación física del deseo.

Cuando un ser humano ríe, nos comunica sin palabras que por algún motivo está contento, es la risa positiva, es la risa también del niño, la risa más sincera, no es la risa torcida de los adultos que saben fingir alegría, desdén, orgullo, simpatía, pero que solo es una mascara del alma.

Los adultos usamos infinidad de mascaras, para ocultar los pensamientos, usamos gestos y palabras, que encubren la verdad,pero las que usamos con más frecuencia, son mascaras como sonrisas, que no siempre engañan, si nos miramos al espejo cuando estamos tristes e intentamos poner cara de risa, a veces funciona como una terapia.

Los psiquiatras aconsejan a las personas tristes o deprimidas que intenten una y otra vez, reírle al espejo, cuesta trabajo, hay que insistir una y otra vez, hasta que al fin esa mascara inicial, torcida y antipática se va acostumbrando a reír, los rasgos en el espejo se van suavizando, y nos damos cuenta de que el gesto adusto no se corresponde totalmente con la causa de nuestro estado.

Puede parecer absurdo y hasta ridículo, pero, la repetición de ese gesto, nos va marcando el camino de la regeneración del ánimo, como una piedra a la que el agua y la paciencia del tiempo va suavizando las aristas, y tallando un camino suave hasta parecer una talla hecha con el interés artístico de la mano humana.

Puede parecer absurdo, pero cualquier pena, si la compartimos con otro, la analizamos tratando de llegar al fondo, nos sorprendería comprobar que la minimizamos, solo es cuestión de voluntad y tesón, solo profundizando el análisis, podremos llegar a esa sonrisa triste, que disminuyendo la pena nos permita seguir siendo personas, sin la costra lacerante de los grandes pesares.

Vamos pues a reírnos sin autocompasión, esta es la peor compañera de nuestras desdichas, es la que nos sitúa en un plano tan hundido, que nos parece que no hay en el mundo otro ser con la intensidad tan profunda de nuestra pena.
 
Al reír, nuestras penas se cubren con una tristeza dulce, y el tiempo se encarga de tamizarlas, convirtiéndolas en recuerdos agridulces de nuestro pesar que fue.