Mirada al Mundo

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Lugar: Leganés, Madrid, Spain

Informático jubilado, mayor, leer todo, escribir, gozar con el mundo, gozar con la vida, vivir

06 febrero 2008

A GLORIA FUERTES



Se ha escrito tanto sobre el tiempo, como pasa de rápido, lo que envejece, lo corto o largo que es, si es bueno o malo, ¿Qué voy a decir yo de él?.
Sin embargo con todo lo que se ha escrito y hablado sobre él, no tenemos ni idea de lo que es, sabemos que transcurre, pero no lo podemos acotar, solo hablar de él.
No lo podemos dividir, lo más un segundo, pero tampoco, porque un segundo tiene infinitas divisiones y dentro de cada una, otra vez lo mismo.
Todos hemos conocido personas muy ancianas, unas perversas, otras solo buenas, algunas maravillosas, las menos; pero estas compensaban al resto.
Pero hay una verdadera persona, que ha fallecido recientemente, el 24 ó 25 de Noviembre ,ya era muy mayor, más de ochenta años.
La recuerdo desde que era yo muy jovencillo, escribía poesías, poesías simples, cándidas a veces, de rima fácil, pero de un contenido y una ternura infinitos, conocía a los niños como nadie.
Era una mujer solitaria y a la vez rebosante de alegría, decía que sus penas eran dulces y cortas, y siempre estaba acompañada de su público, los niños, pero no solo los niños pequeños, decía que todos éramos niños, unos, niños pequeños, alegres, otros serios, niños grandes alegres otros, también a su pesar había niños grandes equivocados.
Pero en su poesía había ritmos de cantos infantiles y rimas machaconas de niños jugando a cantar.
La estoy oyendo, recitando con su voz ronca de fumadora empedernida, maravillosas y tiernas poesías, que en su música, recordaban las canciones de nuestras abuelas.
Gloria Fuertes no ha muerto, solo está dormida en sus poesías, esperando resucitar cuando El Angel Del Amor Inocente las recite.
Días antes de morir la oí recitar en televisión:

Nací a muy temprana edad.
Dejé de ser analfabeta a los tres años,
virgen, a los dieciocho,
mártir, a los cincuenta.
Aprendí a montar en bicicleta,
cuando no me llegaban
los pies a los pedales,
a besar, cuando no me llegaban
los pechos a la boca.
Muy pronto conseguí la madurez.
En el colegio,
la primera en Urbanidad,
Historia Sagrada y Declamación
Ni Álgebra ni la sor Maripili me iban.
Me echaron.
Nací sin una peseta. Ahora,
después de cincuenta años de trabajar,
tengo dos.