PUENTE DE NIEBLA

EL PUENTE DE NIEBLA SOLO FUE EL PRINCIPIO DE UN FINAL QUE TODAVIA NO HA LLEGADO
Querida
Una tarde te besé junto al Puente de Niebla, esa tarde éramos totalmente felices, después pasó el tiempo,
y todos los 23 de Noviembre recordábamos y conmemorábamos la fecha, o más bien el hecho.

Han pasado años, y años, sus zarzas de viento han azotado nuestro rostro, y arañado nuestras almas, provocando pequeñas heridas en forma de memorias de hielo, que han intentado enfriar nuestros recuerdos.

No lo han conseguido, puesto que a pesar de todo seguimos conmemorando nuestro día, nuestras manos se enfrían y las calentamos en el bolsillo del abrigo, las dos juntas intercambiando calor, calor de años y años.

Han sido diez, veinte, treinta, cuarenta, cincuenta, las veces que en este día hemos juntado nuestro aliento, tratando de comunicarnos la buena nueva de que aun seguimos vivos y juntos, y que las aristas de hielo de los días, aun no han borrado nuestra ilusión.

Medio siglo de tiempo, es mucho tiempo, celebramos el calor de nuestros corazones, un calor menos ardoroso que el de aquellos años, pero todavía nos conmueve, y cuando unimos nuestros fríos hielos, el alma se mueve y el calor de los viejos tiempos intenta resucitar nuestros viejos recuerdos, nuestros paseos por la orilla del río, nuestros anhelos sin cumplir, nuestras noches de niebla y nuestros días de sol.

Ha pasado medio siglo y aun por las mañanas del invierno de Noviembre, pensamos que ha sido un año más de amor, de ternura y de gozo, no importa si las zarzas de los días nos intentan apagar los rescoldos del fuego, pues soplando con fuerza aun renace la llama.

¿Recuerdas los cincuenta días que han pasado?