UNA FOTO

Sería muy interesante, quizá más, muy útil y demostrativo hacer una foto del mundo, pero no con una cámara normal, una, que pudiera hacer fotos del pasado, para poder ver como han sido los acontecimientos, que ahora a través de los filtros de lejanía en el tiempo, se nos presentan.

Hace tiempo en la prensa se habló de una cámara capaz de hacerlo; al parecer las imágenes que se producen en un instante, no se pierden sino que viajan a través del espacio, como trenes de ondas, pudiendo ser recuperadas, y reproducidas en nuestro tiempo; no se ha vuelto a tratar este tema, pero si se piensa que viajan por el éter, los miles de señales producidas por los medios de comunicación, televisión, con miles de canales, radio con otros tantos miles, comunicaciones telefónicas de todo tipo, en todo el mundo, y ahora también a través de los incontables satélites, pudiendo seleccionar cada uno de los medios emisores, para recibirlo en nuestras casas, no sería de extrañar que algo similar se pueda hacer con la tecnología actual, poder atrapar y tratar las imágenes que se propagan a velocidades enormes.

Pues bien una vez admitido esto, no sería difícil, que pudiéramos contemplar en la actualidad nuestras vidas pasadas, debidamente seleccionadas.

Serían estupendas las consecuencias que de este hecho se pudieran derivar; por ejemplo: la justicia sería evidentemente más segura y rápida, más infalible, e incluso se podrían prever ciertos hechos criminales antes de que se llevaran a cabo.

La historia que nos cuenta a su modo las mentiras del mundo, las religiones, cada una con su tema, la política ya no tendría que inventarse propósitos que serían descubiertos, solo viendo los verdaderos antecedentes de cada uno de los protagonistas políticos, podríamos saber la verdad.

La historia nos revelaría si de verdad Boabdil lloró, y pondría en su sitio las fantasías de la Edad Media, sus genios, sus manejos, aclararía la realidad de los mil y un hijos de los clérigos, papas, reyes.

Sería inquietante saber quien fue el verdadero inventor de la bomba atómica, para maldecir su nombre, pues Einstein, al parecer inventó la desintegración nuclear pensando en dar a la humanidad una energía abundante y barata, porque era un sabio, y no quiso matar a la humanidad, sino salvarla de los deficientes e interesados repartos de recursos, que meten en la más infamante pobreza a un número demasiado alto de personas.

Quizá esto si seria el verdadero salvador de la humanidad, pues impediría ocultar tras tristes caretas el egoísmo salvaje de los hombres que pretenden mantener a los pueblos ignorantes del destino que les corresponde.

Quizá esta utopía tarde en llevarse a buen fin, quizá nunca el hombre sea capaz de juzgar a sus semejantes con la equidad a que tienen derecho, pero de todas formas, solo pensar en que pudiera ocurrir, ya merece la pena.

Solo buscando la verdad, se le podrá dar a la humanidad, la plenitud de sus derechos.