NIÑOS Y JÓVENES

SIEMPRE HA SIDO UN PROBLEMA EL PASO DE UNA GENERACIÓN

Siempre hemos tenido chavales revoltosos, con ganas de pelea, pero entonces las “dreas”, eran simplemente producto de desecho de una guerra entre paisanos, éramos críos de diez a trece años, e intentábamos reproducir a nuestro nivel lo que habíamos visto y sufrido a nuestros mayores.

Se limitaba la pelea al intercambio de lanzamientos de piedras pequeñas, sin animo de dañar gravemente a nadie, solo era un desahogo infantil, que se interrumpía automáticamente cuando alguno de uno de los bandos sufría un descalabro, solo era una pizca de sangre, pero como todos teníamos miedo a la llegada a casa sangrando, con la consiguiente bronca paterna, el desaguisado se solucionaba buscando un pañuelo, que casi siempre estaba sucio, y restañando la herida hasta que dejaba de sangrar, en el campo de batalla.

Aquello era un simple juego un poco bestia, luego firmábamos la paz y seguíamos jugando a “dola” o al “veo”, como lo que éramos, amigos del barrio.

Esta situación fue cambiando, con el paso de los años, aquellos niños sumamente inocentes fueron pasando a otros barrios, que ya no eran barrios, eran parte de una ciudad que también derivó hacia otras formas de vida, los colegios ya no eran colegios populares, eran colegios de zona, con otro tipo de enseñanza más en el ámbito moderno, los críos ahora conocían poco a poco el mundo exterior, ya había países, como Francia, Italia, Alemania, que tenían otra cultura, e importamos parte de ella a través de la radio primero, después de la Televisión, y más adelante los españoles fuimos inmigrantes, trabajamos en Alemania, en Bélgica, hicimos la vendimia en Francia, mandamos a casa divisas, que nos vinieron muy bien.

Una generación educada en parámetros foráneos, fue llenando de nuevo nuestra vida, y la fue cambiando, España ha pasado de tierra de emigrantes a país de acogida, y ahora viven aquí, árabes, libios, judíos, centroeuropeos desmembrados de Rusia, sudamericanos, y claro está han traído sus costumbres y su desengaño, aparecen “guetos” de todos los tipos en nuestras ciudades, lógicamente, sus costumbres, sus instituciones, sus cargas sociales, y sus vicios influyen, además de sus virtudes, en nuestras reacciones.

Y ahora además de sus tiendas especiales, sus mezquitas y sus “salones del trono” sus alimentos, han aparecido “las bandas latinas”, versión actual de las bandas de barrio y mucho más peligrosas, con la agresividad de los que en sus países de origen eran los desplazados a los niveles más bajos de sus sociedades; han logrado enturbiar la imagen de los que han venido a nuestro país a trabajar y lograr una vida digna, a solucionar sus problemas, y de paso a dar nueva vida, con su sangre nueva, a una sociedad que al subir de nivel general, ha envejecido, necesita sangre nueva.

La lucha de estas bandas, ya no acaban en un simple descalabro, hay armas de todos los colores, blancas, y negras, y su lucha no es por una local preponderancia del barrio, aquí ya entra otro factor nefasto, el entorno de la droga, su distribución y venta, que se disputan porque hay cantidades importantes de dinero.

Ya no son luchas de niños inocentes, son peleas entre jóvenes que han crecido en un caldo de cultivo, que los ha convertido en hombres inmaduros y peligrosos.