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07 febrero 2007

LA CUESTA DE MOYANO Madrid


SE PUEDE DISFRUTAR BUSCANDO ESE LIBRO, Y ENCONTRANDOLO MÁS

No sé quien es Claudio Moyano, pero si cual es y que hay en la cuesta de Claudio Moyano.

Empieza en la calle Alfonso XII y termina en la Plaza del Emperador Carlos V (Atocha), es una calle en cuesta, de ahí su nombre; en la acera de la izquierda según se sube desde Atocha, está llena de casetas de madera, pintadas de gris, y llenas de libros, libros de viejo, que aunque parezca peyorativo, a un libro le pasa lo que a las personas, que cuando llega a viejo es que ha gozado de buena salud, en el caso del libro es que es bueno.

Allí hay toda clase de libros, grandes colecciones de libros encuadernados de lujo, pequeños libros en cartoné o rústica, grandes libros de gestas, libros de ciencia ficción, novelas buenas, cuentos, periódicos, comics...

Es un sitio que en las mañanas de primavera incluso en verano, como bien añadido, está el pasar una mañana dedicado a los libros, cosa que para los aficionados a la lectura es una maravilla, se puede repasar la acera arriba o abajo para ver, consultar encontrar un libro que hemos visto por primera vez o que estábamos buscando, y allí apareció.

Hablar con los libreros de libros es estupendo, como es lógico entienden de su mercancía esencial el libro, y los hay que están muy al tanto no solo de sus libros sino también de sus clientes, conozco uno que era aficionado como yo a la ciencia ficción y tras hablar una hora o más con él, me prometió, y cumplió proporcionarme un ejemplar de una colección argentina de algo que llevaba al menos veinte años esperando encontrar, este hombre tenía una biblioteca en casa de varios miles de libros.

Tambien es grato ver un libro viejo, de más de cien años, acariciar sus pastas, de cuero ajado, que ha soportado y sobrevivido a muchas manos y a muchas lecturas.
Esos paseos matinales por la Cuesta de Moyano, han sido uno de los placeres que me he buscado a lo largo de años en los que me iba por la mañana a las diez, y me estaba allí hasta la hora de comer, muchas veces iba con mi mujer, gran lectora también, y aprovechábamos el viaje para comer en la Glorieta de Atocha, y pasarnos la tarde dando una vuelta por el Retiro, siempre volvíamos con un paquete de libros, bajo el brazo, cada uno, y tan felices porque siempre había algún hallazgo interesante.

Hay veinte o treinta casetas, de madera, todas pintadas de gris, y sacan a la acera largos mostradores de libros y revistas de toda índole, lo que hace las delicias de los paseantes que van a buscar ese libro raro, o buscado, que esperábamos encontrar, y que muchas veces se cumplían nuestras expectativas.
Siempre hay lugares en todas partes, que hacen, que encuentres placeres, en las pequeñas cosas que escapan al diario devenir, si te empeñas en encontrarlos, de todas formas, este sitio es emblemático, pues es el único permanente en Madrid, de ese tamaño, porque luego hay muchas librerías de viejo, en la parte antigua, en lo que llaman “El Madrid de los Austrias”, pero no agrupadas como en la Cuesta de Claudio Moyano.

Es un sitio para los aficionados en el cual se pueden pasar buenos ratos, revolviendo, viejas glorias literarias.

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