Mirada al Mundo

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Informático jubilado, mayor, leer todo, escribir, gozar con el mundo, gozar con la vida, vivir

17 septiembre 2008

LOS SETENTA



Nunca me ha gustado dividir mi vida en hitos, pues estos parecen dividirla en etapas diferenciadas y no es así, la vida es un libro en el que las hojas suceden a las hojas.

En las primeras, tienes diez años, ya eres un hombrecito, empiezas a ver que en el mundo hay más cosas de las que te preocupaban, antes todos eran críos, ahora ya hay una nueva especie, que aparentemente se diferencia poco de ti, pero observarás que no es totalmente cierto, se diferencia mucho, ahora ya no se hace lo que tu quieres, ahora importa mucho la opinión de ese segundo ejemplar, la chica, que es como un chico pero más astuta exigente y persistente.
 
En las siguientes, ya son los veinte, empiezas a pensar en las mujeres, ya no en las chicas, antes también pensabas en ellas. pero eras un adolescente y de eso no quiero ni tratar, pues son gente que no sabe ni lo que es, ni donde va, ni donde está en la escala evolutiva, es un conjunto de emociones con los nervios propicios a desatarse, pero he dicho que no quería hablar de ellos.

A los veinte, repito, las chicas se han convertido en mujeres, ya se diferencian más unas de otras, ya pasas de una a otra, ya lo importante no es una mujer, son todas, es un conjunto, que té llena la cabeza de telarañas.

Más adelante a los treinta años, ya debe haber solo una, se acerca el matrimonio.

Sigue el libro de tu vida, a los cuarenta años, ya los hijos empiezan a intervenir, su educación empieza a decirte si lo has iniciado bien o si al contrario, te has equivocado; es la edad de las grandes responsabilidades, es el centro neurálgico de tu vida, es la edad de comprobar si el rumbo de tu vida es correcto, si lo es enhorabuena, eres un genio.

Ya pasado de la mitad, a los cincuenta años, empieza la cuesta abajo, laboralmente dejas de ser rentable, y tus hijos te van indicando, sin palabras, que te vas quedando “atrás”, tu salud te comienza a decir que tus órganos existen, que, donde no notabas nada, ahora tienes un hígado, o unos riñones, o peor aun un corazón, que comienza a variar su ritmo, eso, no es nada... solo te juegas la vida en cada episodio de salud.

Ya pasado de la mitad, ya en el último cuarto, los sesenta años, la Edad Dorada, los hijos ya se han ido de casa, o al menos la mayoría, los viajes de la tercera edad, la libertad de los mayores, disfruta la década, pues es crucial, puede ser un buen periodo de tu vida.

Al final del libro, los setenta años, ya es casi obligado que seas abuelo, estas en el cuarto peldaño familiar, pues tus hijos ya han pasado a ocupar el primero, sus mujeres, el segundo, sus hijos, el tercero, y tu, pues... el cuarto; es la época en la que las goteras suelen quedarse fijas, que le vamos a hacer.

Epílogo, después ya no cuentas no tienes más que un privilegio, si llegas a los cien años, eres centenario.

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