LA BURBUJA

18/07/2008

Yo vivo en una burbuja, tu también, mi amor, en la misma.

Siempre hemos vivido en una burbuja, solo que antes estaba más poblada, cuando nos unimos, se fue llenando con la ansiada llegada de nuestros hijos, carne de nuestra carne, espíritus que fuimos formando con nuestro afán, con lo mejor que sabíamos y queríamos.

Les dimos lo mejor de nuestra alma común, les fuimos imbuyendo nuestras metas, limpiando de egoísmos sus deseos iniciales, calmamos sus afanes, y apartamos de sus noches los miedos que atenazaban sus sueños.

Les enseñaste tu cariño, les pusiste la mano en la frente para calmar su fiebre en la enfermedad, y disipaste sus temores con tu voz, ella fue la llamada que orientó sus extravíos infantiles, sus errores adolescentes, y tu mano corrigió en lo posible sus descalabros juveniles y sus primeras desilusiones.

Cuando la vida les presentó batalla, intentamos darles ayuda, quizá no fue lo eficaz que necesitaban, pero si tuvo empeño, y voluntad; tratámos de enseñarles lo que la vida nos enseñó, lo que aprendimos equivocándonos.

Y con el transcurrir de los años, la burbuja fue achicándose, y volvió a ser solo nuestra, pero ahora nos tiene a nosotros, a nuestros afanes y nuestras soledades, ilusiones y desesperanzas, sus recuerdos y los de nuestras vidas vividas con ilusión.

Ahora tenemos una vida simple, agradable, pues hemos aprendido a soslayar nuestros problemas de siempre, ahora ya sabemos algunas respuestas, sabemos que nuestro aparente desinterés no es tal, y a veces contestamos con un despropósito a sus preguntas, pero esto es inevitable, hemos perdido neuronas que ya no vuelven.

Pero hemos ganado en tolerancia, y en paciencia, y ahora queremos que sean felices, les queda una maravillosa vida por delante, y nosotros nos miramos en el espejo de su dicha.

Vivimos en una burbuja, amor, pero ahora nuestro horizonte se ha reducido.

 
VIVAMOS MIENTRAS.