LIBERADOS

Caminan por la playa, que aun no se ha cubierto de sombrillas, ni de niños, hay sin embargo un desfile incesante de hombres, que en grupos o en solitario, recorren la arena, tienen en común la edad, son jubilados, claro, todos tienen más de viejos que de jóvenes, todos se reúnen para andar, por ver si es cierto que el que mueve los pies, mueve el corazón, el viejo corazón que ya les preocupa.

Andando, dejan caer sus pisadas cansinas en la arena que guardará el secreto de sus pensamientos en la huella de sus zapatillas anchas, hechas de kilómetros y kilómetros buscando la forma de avanzar por el camino de la subsistencia.

Pero volvamos al principio, de los liberados, es decir que ahora ya son dueños de su tiempo, hay varios tipos, los citados anteriormente, que son los que nos interesan, y los parados, que son estudiados por los órganos del Gobierno, para tratar de solucionarlo, vamos a ver estos paseantes solitarios o no, que les han dicho que andar es bueno, en este caso es cierto y doblemente bueno, porque les evita el infinito hastío de no hacer nada, y meditar en ello.

Causan verdadera pena, los viejos señores, que sentados en un banco del parque, uno solo o más, no hablan solo miran al frente, y nos parece que realmente están mirando hacia atrás, hacia su vida de antes, hacia lo que un día fue, otros piensan en el futuro, bajo la mirada actual y su esperanza solo es pasar el tiempo para llegar al descanso.

Felizmente hay los otros que andan, son habitantes del mundo, que pisan más o menos fuerte, pero que la tierra los siente en su piel, y se rejuvenece, y ellos también rejuvenecen porque su horizonte está mas lejos que la pared de la habitación en que duermen, y eso es bueno, si, ellos viven, ven el cielo, los árboles, ven la vida que se agita alrededor, y comparten la de sus compañeros de pasos.

Los que pasean la playa lo hacen cerca del mar, de olor a yodo, sin embargo llenan sus vidas de horizontes lejanos, pueden imaginar las aventuras de los que en los barcos del horizonte viajan con la vista al frente, con los ojos claros de viento y salitre, con las cejas espesas que sujetan el sudor de la pesca, y las manos fuertes de manejar las redes.

Estos han finalizado su tarea de vida, ahora lentamente, tranquilamente, andan, pasean, recuerdan con sus amigos de andares, los episodios de sus antiguas tareas, las maravillas de sus nietos, en definitiva ellos son las raíces que los ataban a la tierra.

Desde el principio de los tiempos los hombres (cuando digo hombres digo hombres y mujeres que comparten la Tierra) se han quitado de encima los problemas diarios, andando, la vieja medicina gratis, al alcance todos, pero poco utilizada.

Andar, andar, recorrer nuestra vida de la mano de nuestros pensamientos