AMIGOS

No somos seres humanos sino estamos integrados en nuestro entorno, somos seres sociales, con una necesidad ineluctable de comunicarnos, de ver y oír a otras personas, somos como mínimo componentes de una sociedad.

Y esto es lo que nos obliga a conseguir nuestras relaciones, y no hablo de binomio hombre-mujer, que ya nuestra génesis nos dice de la constitución básica de un dúo amoroso- reproductivo.

Ya desde la infancia nos resulta imprescindible la relación con nuestros semejantes en edad, es importante, la formación de grupos, aunque aun no entendamos esa necesidad, inconscientemente buscamos la compañía, como una necesidad tan imperiosa, que un niño sin amigos en su infancia, sentiría una carencia que redundaría en una serie de problemas psicológicos, como la soledad, falta de capacidad emotiva y carencia del sentimiento de grupo.

Sin embargo los amigos de un niño son tan imprescindibles, para él, como comer beber o vestirse, por ellos sacrifica cosas importantes de su vida y aprende otras como la fidelidad, el cariño a sus amigos, el sacrificio de sus deseos, y muchas más.

También sabemos que es raro el hecho de que los amigos de los primeros años lo sean también en un futuro, normalmente el carácter va evolucionando paralelamente, aunque en distintas direcciones lo que a la larga, da lugar a alejamientos, otras veces el alejamiento está motivado por el giro que dan en sus estudios o el cambio de lugar de residencia, en fin hay muchas cosas que nos hacen variar la composición de nuestro grupo.

Y de adulto necesita para desarrollarse, de los amigos, estos complementan su necesidad de relación, marcan distintos caminos, que nos alejan del aislamiento voluntario o inconsciente, a que nos llevan los distintos avatares de la vida.

Un hombre sin amigos, no es necesario que sean muchos, no vive razonablemente, su vida es incompleta, la necesidad de relación y la integración en su entorno no se produce, y echa en falta, siente un hueco importante en su intimidad, está solo, y el ser humano no ha sido diseñado para esto.

Nuestra mente está siempre en marcha, está siempre dando vueltas y vueltas a los problemas ciertos o no tan ciertos, que nos embargan, si los problemas son reales este girar nos hace ensombrecer nuestra alma pues no puede solucionarlos y si no lo son, peor porque entonces se llegaría al desequilibrio emocional.

Los amigos, en el peor de los casos, cuando son amigos ocasionales, nos despejan el camino, nos cortan el ir y venir por los vericuetos de nuestras neuronas, y hacen que la vida nos sea más leve.

Ahora bien si los amigos son de verdad es decir amigos de años, con las fidelidades comprobadas, entonces la categoría y el afecto por ellos son manifiestas y surge el amigo necesario, el que siempre está a nuestro lado, con el que compartimos no solo nuestra soledad sino también nuestras aficiones, nuestro tiempo y la confianza de sus consejos y nuestras dudas.

El amigo siempre es importante y necesario, pero cuando nuestros años se amontonan, es cuando apreciamos el valor de la compañía, y la compenetración de nuestras gracias o desgracias, comprendemos que la soledad de uno solo es insoportable, que necesitamos a alguien a quien hablar y que nos hable, necesitamos comparar nuestras carencias y nuestras desgracias, y comprendemos cosas que en otras edades no tienen la trascendencia que presentan ahora.

Nuestros amigos de la edad mayor son tan importantes como nuestra cordura, y tan imprescindibles como la estabilidad emocional nos demanda.