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16 agosto 2006

LOS VIEJOS DEMONIOS





Con el paso de los años, en nuestra conciencia más recóndita, se van guardando hechos más o menos significativos, unos buenos; otros, los más, malos; tanto más malos cuanto más acomodaticia sea nuestra conciencia, o peores nuestros instintos.

Otras veces son resultado incierto, de nuestras más inciertas reacciones, quizá las menos confesables, son resultado de intereses, que en su momento fueron válidos, pero que más tarde, nos han demostrado ser desintereses interesados.

Se guardan en ese desván, de nuestra memoria, incontrolado totalmente, del que asoman en los momentos menos oportunos o deseables, en forma de fantasmas o demonios.

Fantasmas, cuando se limitan a contemplar nuestro desvelo, no nos amenazan más que con su presencia, son los de más frecuente aparición, los más abundantes, y que se esconden con un manotazo mental de nuestra voluntad.

Los fantasmas que aparecen en las esquinas de nuestro cerebro, nos hacen guiños unas veces traviesos, otras malvados, según sean ridículos fantasmas de nuestra vanidad, de nuestra envidia, o malignos emisarios de nuestros más feos instintos.

Los Viejos Demonios son peores, se aposentan en nuestro cerebro, se sienten en corrillo, y con sus viejas y sarmentosas manos, gesticulan, mientras sus resecas y renegridas lenguas, machacan nuestros sueños o nuestras velas.


En las largas noches del invierno, cuando el sueño se resiste a visitarnos, entonces aparecen los taimados Viejos, primero nos traen a la memoria, sucesos recientes, en los que no hemos estado acertados, o en los que nuestros hechos no han sido afortunados, o bien pequeñas desgracias, fácilmente solucionables, que ellos mezclan con nuestros viejos recuerdos.

A estos lo llamo mis Viejos demonios.

Unas noches soy capaz de auyentarlos, pero otras se aposentan en mi mente, y me martillean con insistencia, y el sueño, que primero se resistía a venir, ahora se me niega totalmente.


Entonces se produce un fenómeno que los técnicos en sueños llaman DuermeVela, en los cuales la mente aparece dividida en dos estratos, perfectamente diferenciados.

En el más profundo están los Viejos Demonios, están martilleando la conciencia con unos hechos repetitivos, sin sentido, sin lógica pero que aparecen con una realidad difusa, y de la que no te dejan salir a menos que abras los ojos en la oscuridad, sabes que si lo lograses, estos desaparecerían, pero cuesta mucho abrirlos, por que te pesan los párpados.

Cuando al fin después de muchos intentos lo consigues, los Viejos desaparecen, dejando paso a una oscuridad amable, en la que si puedes evitar cerrar los ojos, de nuevo, terminas por conciliar el sueño.

Entre los Viejos Demonios y los Fantasmas, las noches de la gente mayor se ven densamente pobladas, pues a estos se unen los recuerdos, próximos y remotos, amables o menos amables, y la necesidad de menos horas de sueño, junto a un horizonte mínimo.

Nuestras expectativas están dentro de los próximos diez años.

Ésto lo llevo diciendo desde el año 1.985






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